La ciudad es un ente vivo y dinámico, que debe evolucionar y todos tenemos que aceptarlo. Así lo demuestra la movilización social que evidencia las fortalezas y debilidades de todas las ciudades. La revitalización urbana entonces es el instrumento que estamos llamados como arquitectos a aplicar y es el recurso potencial para revertir los efectos del deterioro – físico, social y económico – de la llamada zona cero y de otras comunas; es la oportunidad para recrear condiciones urbanas que los centros tradicionales demandan para su sostenibilidad.
Quienes estamos en la labor de construir ciudad debemos escuchar las distintas aristas de la contingencia: tener en cuenta al trabajador y lo que demora en desplazarse por Santiago, a los adultos mayores, a los niños, al 15 % de nuestra población que tiene algún tipo de discapacidad y que necesita urgentemente de infraestructuras que los incorporen. La revitalización urbana debe pasar necesariamente por barrios más sustentables que potencien las construcciones de uso mixto en toda la región para que en un mismo sector las personas encuentren todos los servicios, buscando la mejor manera de levantar edificios con una densidad equilibrada.
No tengamos miedo a generar barrios desde cero, y poder levantar nuevos subcentros de usos mixtos y mejor conectividad. Demoler para reconstruir no es aberrante, si se hace bien. Lo que podamos construir hoy, podría ser infinitamente superior, así que pídanle a los arquitectos, por ejemplo, que promovamos espacios privados de uso público. Tenemos una responsabilidad social y este es el momento para construir ciudad.
