Brasil se sumó esta semana a la discusión sobre el impacto de la mano de obra “barata” mexicana en las importaciones que hace el país específicamente en la industria automotriz.
Y es que en marzo el gobierno de Jair Bolsonaro anunció el levantamiento de los impuestos a los autos que llegan desde la nación azteca, “con el fin de mejorar la competitividad”, explicó el analista político Gustavo Segré.
Pero la medida alertó a los fabricantes brasileños, quienes advierten que ello representa un desafío para el mercado automotor más grande de Sudamérica. Las filiales locales de compañías globales como General Motors, Volkswagen y Fiat Chrysler, cuyas plantas se han beneficiado de los altos gravámenes, explicaron que ya les ha costado mucho igualar los bajos costos de producción de México.
Los ejecutivos presentaron a Planalto un estudio comparando los costos de producción y las cargas tributarias de las plantas en México y Brasil para resaltar el desafío. La advertencia replica las preocupaciones de Donald Trump y de los sindicatos estadounidenses sobre las cada vez más eficientes fábricas aztecas que cuentan con trabajadores con salarios más bajos.
Fuente: Diario Financiero
