El estancamiento sufrido por el sector de la construcción durante la crisis económica no ha impedido continuar avanzando en el terreno de la innovación y las nuevas tecnologías.
Los materiales autoensambables y programables son las grandes tendencias en materiales de construcción ahora mismo. Gracias a ellos, la edificación se convertirá en un proceso más sencillo y barato, además de permitir notables avances como la reacción a condiciones externas, la regulación de la temperatura y la generación de electricidad.
Un equipo de investigadores del Institut Català de Nanociència i Nanotecnología (ICN2) y del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid del (CSIC) ha conseguido desarrollar materiales autoensambables, autoprogramables y autoreparables, gracias a partículas organometálicas que se autoensamblan entre sí de forma espontánea. Son las denominadas redes metalorgánicas porosas (MOF, por sus siglas en inglés), que cuentan con propiedades como la porosidad y se comportan como cristales fotónicos.
Cefe López, profesor del ICMM, explica que “tienen una gran porosidad y pueden absorber otras sustancias, lo que las habilita para convertirse en sensores. Cuando están en presencia de un material que son capaces de percibir, actúan como una alarma y se refractan en diferentes colores. La forma en que ese color cambia da una idea de qué sustancia es y de cuánta cantidad hay”.
Hacia los edificios inteligentes
Si este procedimiento se industrializara, se podría aplicar dicho material con fines estéticos, ya que los cristales cambian de color; para mejorar la eficiencia mediante la captación de la energía solar; o para generar electricidad.
Además de los materiales autoensambables, también se trabaja en materiales programables, es decir, que pueden transformar su forma y propiedades en función de estímulos externos, como la luz, la humedad o el calor. Para su creación se utilizan procesos de modelado, robótica e impresión 3D con los que se combinan materiales con características similares. Gracias a ellos, se podrían construir más edificios inteligentes capaces de adaptarse a entornos cambiantes.
Por su parte, Ana Guerrero y Gloria Pérez estudian el hormigón autorreparable en el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja. Estas investigadoras explican que se meten “microcápsulas de sílice rellenas de un adhesivo (epoxi) dentro del diseño del material que cuando se rompen reparan las fisuras del hormigón”. Este tipo de materiales, aunque de costes elevados, serían muy útiles para aquellas construcciones de difícil acceso en las que una fisura puede acarrear graves problemas, como presas, túneles o pozos.
La posibilidad de edificar infraestructuras que crezcan in situ y que se adapten a condiciones meteorológicas es cada vez más real y cercana, gracias a los diversos materiales programables, así como procesos y tecnologías de autoensamblaje.
Fuente: Directivos y Gerentes
