El sector toma aire con el bum del ladrillo luso, que ya crea 3.000 empleos al mes.
La construcción crece en Galicia, aunque a paso muy lento, gracias al repunte de la promoción inmobiliaria en las principales ciudades. Pero eso no llega para reanimar un sector que perdió más de 6.000 pequeñas y medianas empresas durante la crisis.
A falta del importante impulso que supone la licitación de obra pública (sigue en horas bajas), ya son más del 40 % las constructoras gallegas que pujan por ganar contratos en otras comunidades y en el extranjero, según reconoce la Federación Gallega de la Construcción; y el bum que vive el sector inmobiliario portugués ha convertido al vecino luso en un socio estratégico para ayudar a levantar el negocio.
El mercado que se abre al otro lado del Miño sería inimaginable hasta hace un par de años, cuando la presión de la troika y las políticas de austeridad impuestas para salir del rescate obligaban a emigrar a miles de trabajadores.
Un dato que lo demuestra: entre enero y junio de este año, el sector inmobiliario luso creó 20.000 empleos, a una media de 3.300 al mes, según Apemip (Associação dos Profissionais e Empresas de Mediação Imobiliária em Portugal).
Se construye obra pública y también civil. El ministro da Economia, Manuel Caldeira Cabral, afirmó la pasada semana que en estos momentos están en construcción cerca de 80 complejos hoteleros en Portugal.
Las grandes constructoras gallegas tienen ya en marcha proyectos en el país vecino. Goa Invest, la promotora de Amancio Ortega; Copasa, Grupo San José, Izmar y Civis Global llevan ya tiempo apostando por el sector luso. A ellas se suman ahora un gran número de medianas y pequeñas promotoras que concurren solas o con socios locales a las licitaciones de proyectos.
El motor turístico
«Ganar una obra no es fácil en el país luso porque la política de costes salariales supone una desventaja respecto a España, pero como contrapartida, el sector ofrece garantías de calidad y plazos de ejecución», explican las constructoras gallegas.
Pese a este ajetreo del ladrillo, el sector luso no ve en el actual dinamismo una burbuja, al menos no como hasta ahora, fundamentalmente porque no se repite el crédito fácil de entonces.
Demanda extranjera
«La mayoría de las compras en Lisboa son con dinero al contado y de extranjeros que llegan por oleadas, primero fueron chinos y brasileños, después los franceses, luego los escandinavos y últimamente los turcos. Portugal se ha convertido en un país refugio» dice Luís Lima, presidente de la patronal inmobiliaria Apemip.
Fuente: La Voz de Galicia
