De los 16.431 GWh que se consumían en 1990 pasamos a 68.866 GWh en 2013. Un 319% en 23 años. Hacia 2030 se espera un alza de entre 3,5% y 4% anual. Para ese año la demanda superará los 120 mil GWh y aunque la Comisión Nacional de Energía asegura que será posible responder a la demanda, otros expertos plantean dudas.
Cada generación que ha pasado por la Tierra desde el siglo XVI ha generado y consumido más energía que su predecesora, concluyó un análisis del crecimiento energético y poblacional, realizado por expertos de la U. de Nebraska-Lincoln (EE.UU.).
En Chile, si bien el crecimiento de la población no ha sido explosivo, la demanda de energía sí ha estado creciendo a medida que el país se acerca al desarrollo.
Nuestro país lidera en uso de energía en Latinoamérica y, en el caso de la electricidad, según datos de Cepal, si en 1970 el consumo per cápita era 660 kWh (kilowatt por hora) en 2014 (según el Banco Mundial) llegaba a 3.793 kWh. Mientras, el promedio regional era cercano a la mitad. Comparado con los desarrollados, no obstante, aún estamos entre un tercio y un quinto más bajo que un habitante de esos países, dice María Isabel González, gerenta general de la consultora Energética.
A nivel nacional, según el balance del Ministerio de Energía, entre 1990 y 2013 el consumo de electricidad creció 319,1% (desde 16.431 GWh a 68.866 GWh). No existe un registro oficial previo a ese año. A nivel residencial, pasamos de 5.258 GWh a 10.868 GWh entre 1997 y 2013.
Andrés Romero, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), explica que el alza está asociada al crecimiento económico. “Es difícil hacer comparaciones, porque depende de la estructura productiva de los países. Un país minero, como Chile, consumirá más energía que uno cuya economía está basada en servicios. Otro aspecto relevante a considerar son las políticas de eficiencia energética que demuestran -en países desarrollados- que la relación entre crecimiento y consumo de energía se puede desacoplar”, dice.
Separar el uso de la energía del crecimiento económico en Chile significaría también bajar las emisiones de CO2. Esa idea es, de hecho, uno de los impactos que la propuesta chilena para bajar emisiones (que deberá presentar ante la ONU) pretende lograr al comprometerse a disminuir un máximo de 40% a 45% al 2030.
Fuente: La Tercera